Las protestas sociales son tan antiguas como los humanos. Al principio de los tiempos, no faltaría quien monopolizara el fuego y, claro, no es difícil imaginar a los excluidos de la tibieza durante las noches y la posibilidad de comer alimentos cocidos, rabiando hasta obtener una chispita para sí, mientras aprendieron a producirla ellos mismos. […]