¿Ya elegiste?

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Hoy tuvimos en Colombia la primera vuelta para elegir presidente. Durante meses enteros las campañas mostraron sus cartas (buenas, malas y feas) y hoy se puso en evidencia lo real: los votos.

Mucha energía y dinero se ha gastado en este proceso y en muchos casos rencillas personales y distancias se han construido luego de estas semanas de intenso debate y campaña. Aún quedan 15 días para la segunda vuelta y será mucha la energía la que se destinará para que la gente indecisa o de otras tendencias políticas, vote por alguno de los que hoy quedaron elegidos por la voluntad popular.

Y claro, tendremos que decidir por alguna o por ninguna de las alternativas, y nos guste o no, habremos de optar. Por uno, por otro, en blanco, nulo o no votar son las opciones que se presentan hoy frente a este evento en particular.

Sin embargo de lo que quiero hablar es de otro tipo de elección. De una mucho más profunda y significativa. De una que no puede delegarse y que debemos asumir como titulares de nuestro desarrollo. De lo que hablo es de la elección por la propia vida.

Ojalá le destináramos tanta pasión y tanta energía a nuestra existencia, como lo hemos hecho con la contienda política (o como lo hacemos con un equipo de fútbol, con un discurso religioso o con un trabajo).

Pareciera que en muchos casos cuando se trata de elegir, es lo de afuera lo que se escoge y lo que se deja en segundo plano es la propia vida, el equilibrio propio y el balance en la realidad.

La vida es una continua sucesión de decisiones y más que buenas o malas, son las consecuencias de las mismas las que nos muestran si sus efectos y sus impactos fueron positivos o negativos para nosotros.

Ojalá fuera tan fácil en la vida elegir como quien elige a un candidato a la presidencia. A veces no son dos ni diez opciones las que se nos presentan, sino que son cientos de alternativas, cada una de ellas con vínculos y relaciones múltiples.

Elijamos la vida, elijamos nuestra vida y optemos por lo propio como el camino más importante y relevante. Aunque lo que está afuera también es importante, siempre estará en un nivel diferente a aquello que hace parte de nuestra representación más subjetiva y más profunda


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