Todos somos buenos y malos a la vez

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Que los buenos somos más. Esa frase que alguna vez me hizo eco, cada vez se me antoja más lejana e imposible. Todos somos “buenos” pero a la vez todos somos “malos”. Sin excepción, en cada uno de nosotros se recogen ambas dimensiones de la realidad y en muchos momentos podemos estar ubicados en uno o en otro lugar. Hace algunos meses en consulta un hombre llamado Esteban, comerciante independiente de unos 40 años, se hacía dicha reflexión. Ha sido una persona muy cumplidora de las normas, siempre correcto y pulcro y con un sentido del deber muy elevado. Aún recuerda cuando en el colegio decía mentiras y tenía que irse corriendo a contarle a sus padres y al confesionario a decírselo al sacerdote.

Esteban desde que tenía 16 años, participó de todas las actividades sociales del colegio y le tomó un especial gusto a ayudar y a servir a los demás. Muchos de sus fines de semana los pasó en barrios ayudando a personas que lo necesitaban y algunos de sus compañeros le decían que “así como vas, terminarás siendo un santo de esos de las iglesias”. La vida amorosa de Esteban ha sido muy tranquila y sus relaciones de pareja han sido estables y equilibradas. No ha tenido muchas novias a lo largo de su vida pero con sus ex sigue teniendo un vínculo cercano y en paz. Su entorno familiar es protector y afectuoso y aunque con sus padres tuvo algunas dificultades durante la infancia, ninguna de ellas tuvo efectos permanentes.

Con todo ese relato me costó entender la razón por la cual Esteban buscó apoyo terapéutico y solo fue hasta la segunda consulta cuando expresó lo que lo tenía agobiado y confrontado con su historia. En medio de toda esa perfección y de toda la cercanía a la bondad que había marcado su historia, desde hace muchos años está haciendo algo que lo tiene confrontado y frente a lo cual ya está enfrentando una demanda: acosa a mujeres por internet. Al modo de una obsesión no ha sido posible detener esta situación y ahora que la misma se salió de control quiere detenerla y buscar salida para ello.

Somos muchas cosas

Esteban no es un mal ser humano. Es una persona común y corriente que tiene múltiples facetas, algunas buenas y otras que no lo son tanto. Enfrentarse a esa parte oscura que sólo él conocía ha sido muy difícil y el proceso que hemos llevado en consulta ha sido complejo. Ha tenido que reconciliarse consigo mismo y ha emprendido la tarea de comprender que también esa dimensión hace parte de su vida. Con la situación que le ocurrió y que ya muchas personas conocen, Esteban se ha confrontado con lo que es, con lo que quiere y con lo que ha hecho en la vida. Siente que todo lo bueno que hizo fue una fachada y que lo que prima es esa característica oscura. Acompañarlo a que vuelva a integrar su realidad como algo complejo y completo y que se reconozca con todo lo que es, ha sido una tarea que aún seguimos construyendo.

Los seres humanos somos muchas cosas al tiempo y estamos hechos de múltiples realidades. Eso es algo que parece obvio pero que nos cuesta mucho entender tanto de los otros como de nosotros mismos. Es una tarea compleja que socialmente cuesta. Aunque es claro que son las características ligadas con la bondad y con lo bueno las que han de priorizarse, es inevitable que aquellas características que tienen impactos negativos en lo individual y en lo colectivo, emerjan en algún momento. Una compañera de la universidad me dijo hace ya muchos años que le daban mucho miedo las personas totalmente perfectas, siempre sonrientes y que mostraban un equilibrio permanente. Siempre recuerdo la frase que precedía a ese comentario: “quién sabe qué oscuridad estarán escondiendo”. Alguna vez leyendo frases me encontré una que es atribuida a Freud y que palabras más palabras menos dice lo siguiente: “cuanto más perfecto luzca uno por fuera, más demonios tiene por dentro”. Aunque posiblemente esto no sea totalmente cierto, tiene mucho de verdad.

Integrar la vida

Esteban sigue en proceso terapéutico. La tarea de ayudarlo a integrar esas facetas dispares de su vida no ha sido fácil pero él ha puesto todo de sí para que eso sea posible. La culpa, aunque es un elemento necesario, en muchos casos entorpece la recuperación emocional. “Darse palo” a veces puede ser útil pero cuando se trata de una paliza contra sí mismo, el asunto es diferente. En esta fase todavía está Esteban aunque de a poco va comprendiendo las razones para que ese lado oscuro emergiera de manera tan fuerte. Nadie es completamente bueno ni completamente malo (a no ser que hablemos de casos graves de psicopatías). Todos fluctuamos en un espectro amplio de bondad y maldad, de cosas buenas y cosas malas, de características positivas y características negativas. Aunque socialmente hay algunos comportamientos más complejos y más evidentes de desajuste, todos hemos pasado, pasamos o pasaremos por momentos en los cuales actuamos y somos “el malo” para alguien.

Reconocer las múltiples facetas y dimensiones que tenemos en nuestra vida se hace necesario, más que para darnos palmadas en la espalda y autorizar todo lo que hacemos, para no derrumbarnos cuando esas facetas no tan adecuadas aparecen en nuestra historia. Es fundamental desarrollar la capacidad de autoobservación y darnos el permiso de comprender lo que nos ocurre y desde allí, buscar alternativas para resolverlo. Las características “negativas” y eso “oscuro” que todos tenemos, no necesariamente es algo que haya que borrar, reprimir, ocultar o quitar. Es algo que vale la pena entender, que se hace necesario mover y que es fundamental ubicar en un nuevo lugar para que no haga tanto ruido y afecte a otros y a nosotros.

Integrar la vida implica saber que no somos perfectos pero que tampoco somos imperfectos del todo. Integrar la vida implica saber que nos equivocamos, pero a la vez reconocer que podemos transformar dicho error. Integrar la vida implica saber, así no sea fácil, que todos somos buenos y malos a la vez.

 

Juan Diego Tobón Lotero

psicologojuandiegotobon@gmail.com

Celular 3188936392


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