Las palabras pesan

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Cuando se trata de honrar la palabra, los seres humanos perdemos el año (aunque hay algunos muy juiciosos que dan ejemplo y que normalmente sacan entre 4.5 y 5.0 en esa tarea). Decimos, expresamos, escribimos y nos comprometemos, pero nos cuesta volver realidad eso que hemos planteado. Como dice la frase popular: “del dicho al hecho hay mucho trecho”. La palabra tiene peso y mediante la misma, la realidad se construye, se reconstruye y se deconstruye. Esto es algo potente y significativo que merece ser revisado y resignificado en la cotidianidad.

 

Prometemos más de lo que cumplimos

Articulamos frases que luego no tienen sentido

Luchamos por volver real aquello que nos hemos propuesto

Ansiamos ser coherentes con nuestros deseos y ponerlos en actos

Buscamos formas para cumplir-nos y para cumplir-le a otros lo prometido

Redundamos en la búsqueda de alternativas para hacer de lo dicho un valor sentido

Algunas veces lo logramos pero nos cuesta mantener la coherencia entre lo dicho y lo cumplido

Sabemos de la importancia de darle valor a las palabras y de asumir el compromiso que implica nombrarlas

 

Es necesario, hoy y siempre, darle peso a la palabra y comprender la importancia que la misma, escrita o hablada, tiene en la vida individual y en la construcción colectiva. No se trata de cumplir lo dicho desde un orden de la culpa o como un sometimiento insensato, pero sí de construir coherencia en la realidad para que entre lo pensado, lo dicho y lo hecho, haya una línea de sentido más clara y evidente. Las palabras tienen peso y decirlas, nos compromete con nosotros y con los otros.


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