La vida es un viaje

¡Me gusta estar vivo!
A pesar de las dificultades y de los problemas (e incluso gracias a ellos), vivir es una maravilla. Subidas y bajadas, planos, baches, descansos, curvas y resaltos. Todo eso hace que sea emocionante y que la vida pueda asemejarse a un viaje.
El viaje comienza desde antes del nacimiento (cuando otros dedicen que iniciaremos la travesía) y despega de manera fuerte y concreta cuando salimos del vientre de nuestra madre. Crecemos, jugamos, aprendemos y viajamos. De niños el viaje es fantasioso y en la mayoría de los casos, una buena experiencia.
Ya de adolescentes, cuestionamos el viaje, nos preguntamos las razones por las cuales estamos en el mismo e incluso le reclamamos a nuestros padres por habernos puesto a viajar sin haber tomado en cuenta nuestra decisión.
Y ahí seguimos viajando en medio de calmas y turbulencias, mientras se construye esa larga y extensa adultez en la cual vivimos durante décadas.
Y viajamos, no solo afuera sino adentro. Y construimos formas de ver el viaje, de sufrirlo o de disfrutarlo, de gozarlo o de padecerlo. La vida es un viaje y nosotros los viajeros y es algo que no puede aplazarse ni delegarse.
¡Qué bueno, qué duro, qué agradable y qué pesado es ese viaje que es la vida¡ (que dura hasta el último y definitivo suspiro)