ES HORA DEL CAMBIO

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Esta columna, que marca mi regreso después de un año a este espacio de escritura, no tiene que ver con política ni con procesos electorales. Tiene que ver con algo fundamental en la vida: las decisiones tomadas para hacer de la realidad propia algo más favorable y más posible, mediante procesos intencionales y claros relacionados con el cambio.

En consulta escucho con mucha frecuencia, más de lo que imaginaría, que las personas saben efectivamente qué es lo que deben hacer y lo que quisieran hacer para transformar sus vidas y pasar de cierto estado de sufrimiento a un lugar de mayor tranquilidad y reposo. Bien sea que se trate de un asunto amoroso en donde hay involucrado un tercero, de una dificultad en la relación de pareja por constantes maltratos y abusos, de una situación laboral en donde la insatisfacción ya se está convirtiendo en enfermedad o por cualquier otra cosa más, las personas saben que hay situaciones que han de ser cambiadas y que habrá de ser a través de sus decisiones y elecciones, que dichos asuntos ocurran.

El cambio, como proceso personal, implica tres elementos que habrán de ser tenidos en cuenta de forma integral, si efectivamente la transformación es la ruta deseada y esperable. En primer lugar, está relacionado con la VOLUNTAD, en segundo lugar, con la DECISIÓN y en tercer lugar tiene que ver con la CONCIENCIA. Estos tres elementos habrán de amalgamarse y de revisarse de manera constante a lo largo de la vida para que sus efectos sean suficientemente permanentes y para que los avances diarios, sean más significativos que los retrocesos.

Un acto de Voluntad.

El cambio, cualquiera que este sea, requiere de VOLUNTAD. Ha de ser un asunto intencional que jalone la energía personal y que permita poner foco en aquello que se desea lograr. Sin la voluntad, es difícil que las transformaciones se logren y es complejo que lo que se desea se concrete.

Es común que una de las cosas que más nos limiten para cambiar, tenga que ver con la falta de voluntad. Como lo expresan Juan, Ana, Santiago o Paula en consulta, “yo lo intento, pero a la segunda o tercera vez si no me funciona, dejo de hacerlo”. Es claro que eso nos pasa a todos, a ustedes y a mí. Sin embargo, hay algunas personas que lo siguen intentando y lo reiteran en mil ocasiones hasta que lo logran, así sea parcialmente. Estoy convencido que no se trata de un acto testarudo ni obsesivo, sino de un acto intencional que recuerda aquello que se desea mover y que retorna la mirada sobre el foco cuando este se ha perdido.

El acto de voluntad no se compra en la farmacia, ni se consigue en la esquina y mucho menos, nos lo regala alguien de forma generosa. La voluntad se construye día a día y ello incluye los retrocesos, los fracasos y las caídas. Además, requiere de un acto claro e intencional en torno a lo que se desea y para ello, vale la pena escribirlo, tenerlo por ahí cerca a la mano y no olvidarlo. Parece algo simple y hasta tonto, pero hay que ayudarle a la memoria, al cuerpo y a la razón, a mantener el foco en aquello que se desea cambiar.

Un acto de Decisión.

Sin DECISIÓN, el cambio no es posible. Por más voluntad que se tenga, si la decisión no es clara o si no hay una cierta de dosis de firmeza en la misma, se terminará redundando en lo no cumplido, con los efectos complejos que esto tiene en torno a la sensación de frustración que puede aparecer. Pensar en la decisión, en la elección, en la toma de postura, implica ineludiblemente acercarse a la renuncia. Toda elección conlleva renuncias y es desde allí que habremos de asumir la decisión tomada con sus efectos y sus consecuencias.

En muchos casos y tal como lo planteé al inicio del escrito, las personas ya saben qué es lo que quieren y lo que deben hacer para cambiar algo de su realidad que es impactada por la angustia y el malestar. Sin embargo, dicha decisión implica renunciar a algo, incluso, renunciar a eso que los ha sostenido en el dolor durante mucho tiempo. Esto pone freno al movimiento y a veces hace que lo que inicialmente se identificaba con claridad, se esfume y se pierda en el tiempo.

Estoy convencido, y mientras más años trabajo como psicólogo y como psicoterapeuta lo reafirmo, que las decisiones no son ni buenas ni malas, sino que son sus efectos los que muestran a quien las toma, si el camino asumido y su consecuente renuncia en torno a aquello que no eligieron, ha traído efectos favorables o, por el contrario, negativos para sus vidas. El cambio es decisión, es elección, es renuncia y en eso somos nosotros mismos quienes habremos de dar el paso y asumir los efectos que ello conlleve.

Un acto de Conciencia.

Cambiar es un proceso. Y como proceso, implica un camino que ha de ser recorrido de forma permanente y cotidiana. Cambiar es un acto de voluntad y además es un acto de decisión. Es claridad y firmeza y, además, es elección y es renuncia. Sin embargo, para que se mantenga en el tiempo y para que sus efectos tengan mayores efectos en la realidad propia, ha de implicar la CONCIENCIA, es decir, la libertad para elegir, para moverse y para mantenerse en aquello que se desea transformar.

Muchas de las situaciones que buscamos cambiar en la vida, posiblemente no se transformen por completo o no se resuelvan de forma total. A veces el cambio más que tocar una conducta o un comportamiento, está relacionado con una postura subjetiva, es decir, con la capacidad consciente de asumir que eso que incomoda, que molesta y que angustia no se desaparecerá, pero que es posible asumirlo de forma diferente, sufrirlo de modo distinto e integrarlo a la vida como un asunto que no incomode más de lo necesario.

El cambio es ahora y es hora del cambio y eso ha de ser una pregunta y una búsqueda constante en nuestra realidad. Nunca es tarde para mover la vida y siempre es tiempo para hacer de la cotidianeidad un espacio más favorable, más posible y más adecuado para vivir la vida. Iniciar un nuevo semestre puede ser un buen pretexto para que ello ocurra, para que las decisiones conscientes tengan mayor fuerza y para que activemos la voluntad, hacia aquello que hemos identificado como posible de ser transformado en la vida.

 

Juan Diego Tobón Lotero – Psicólogo

psicologojuandiegotobon@gmail.com


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