Decálogo para la vida

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Es muy satisfactorio escuchar a hombres y mujeres de todas las edades, proponerse a sí mismos recuperar algo de su esencia y seguir caminando hacia lugares en donde el sufrimiento pueda ser confrontado y puesto en un sitio diferente.

No me gustan los listados de recomendaciones ni soy afín a utilizar consejos en los escritos. Creo que la vida es muy compleja para querer resolverla con un puñado de sugerencias y que a veces las mismas pueden tener efectos paradójicos y en lugar de ayudar a moverse, generan una sensación aún mayor de incapacidad.

Sin embargo, hay momentos en los cuales puede ser útil proponer algunos elementos para la reflexión personal y plantear asuntos que podrían llegar a ser tenidos en cuenta en la vida cotidiana. A veces pasamos por episodios en los cuales todo se encuentra tan borroso y difuso que hasta lo evidente deja de verse. Por ello puede ser importante ayudar a recordar aquello que, en lo simple, puede tener efectos potentes en la existencia.

A lo largo de los años que llevo como psicoterapeuta confirmo que las personas necesitan sentirse escuchadas y a la vez, escucharse. Pareciera que las situaciones angustiantes y dolorosas les hicieran olvidarse de su propia historia y que el malestar nublara la realidad. Al descargar en el espacio terapéutico parte del sufrimiento que se experimenta, se abren ventanas y puertas que se habían cerrado muchas veces sin saberlo.

Es maravilloso ver en consulta que las personas vuelven a hablarse a sí mismas de formas mucho más adecuadas y posibles y gracias a esto, caen en cuenta de asuntos esenciales de su vida.

Aunque la situación de pandemia que vivimos actualmente ha movido muchas cosas de nuestras vidas y ha transformado muchas de nuestras certezas, los diez elementos que aquí planteo, recogen múltiples ideas que ruedan en los espacios virtuales y en los textos académicos. Estoy seguro que pueden ser útiles en cualquier momento de la existencia y la invitación que les hago a través de esta columna es revisarlos, leerlos, degustarlos y compartirlos.

Trátate bien. Es importante dejar de maltratarse. En muchos casos los peores verdugos de nosotros mismos, somos nosotros mismos. Aunque hay momentos en los cuales es importante censurarse y ponerse límites, vale la pena frenar el maltrato psicológico que nos imponemos y comenzar a nombrarnos y a tratarnos de manera más adecuada y propositiva.

Trabaja con tus manos y con tu mente. Una de las formas más importantes de limitar la ansiedad y la angustia, es el movimiento y la creatividad. Realizar actividades mentales, dibujar, escribir, tejer y leer, entre otras, son acciones que permiten generar movimientos internos sutiles pero de alta incidencia en el equilibrio psicológico.

Haz actividad física. Más que volvernos grandes deportistas, la actividad física reiterada y acorde a nuestras propias capacidades, permite poner parte de nuestra energía psicológica en un destino favorable: nosotros mismos. La activación de neurotransmisores genera bienestar físico y esto tiene efectos muy importantes en la sensación interna y en el equilibrio mental.

Cuida tu presentación personal. No se trata de vestirse como si fueras a ir a una fiesta o como si te hubieran citado a una reunión muy importante. Se trata de prestarse atención en cosas simples del cuerpo, del vestir, del cuidado personal y del entorno en el cual se habita. Estos son pequeños actos de cariño consigo mismo, que permiten recargar energías y construir nuevas formas de verse y de percibirse.

No te encierres. Aunque hay momentos en los cuales es necesario guardarse, silenciarse y contenerse, también es importante no hacerlo como escape permanente de la realidad. Encerrarse, física y psicológicamente, no resuelve las situaciones angustiantes de la vida y, por el contrario, puede generar mayores dificultades para hacerle frente a las mismas. Asómate, da un paso, muévete.

Evita actitudes derrotistas. Por supuesto que todo puede salir mal siempre. Sin embargo, de entrada no tiene porque ser así. Hay quienes no intentan moverse porque anticipan el fracaso y eso se convierte en una segunda derrota sin haber iniciado el combate. Vale la pena arriesgarse, intentarlo y aprender, tanto de los triunfos como de las derrotas.

Busca el lado bueno de las cosas. No se trata de ser optimistas en extremo, pero sí de revisar el pesimismo con el cual en muchos momentos asumimos las situaciones. De cada uno de nosotros depende si vemos el vaso medio lleno o medio vacío; de allí se pueden aprender muchas cosas y en medio de las crisis, encontrar salidas y evitar los abismos.

Sé útil. Cada persona tiene saberes y habilidades que pueden ser útiles para otros. Ponerlas al servicio de los demás genera una sensación muy significativa de bienestar y se convierte en una posibilidad de resignificación de la realidad. Además, ser útil no solo es útil para los otros: es también útil para nosotros ya que pemite encontrar nuevos sentidos y abrir nuevas rutas para vivir la vida.

Conéctate con el presente. Aunque el pasado y el futuro son importantes, como base y como perspectiva, vivir atados a los mismos nos saca de foco. El pasado puede convertirse en un lastre y el futuro en un espejismo, por lo cual se hace necesario conectarse con la experiencia actual, con lo vivido y sentido en el momento presente y con aquello que hace parte de nuestra realidad de hoy.

Mantén activas las redes de apoyo. No tenemos porque poder con todo siempre. Hay momentos en los cuales requerimos de la ayuda y de la presencia de otras personas. Por esto es fundamental mantener las redes de apoyo activas, tanto en el orden familiar, como con los amigos e incluso, con los profesionales que pueden acompañarnos en situaciones de crisis. Somos tejido y así como ayudamos a otros cuando lo requieren, también necesitamos de otros en muchos momentos

Juan Diego Tobón Lotero
psicologojuandiegotobon@gmail.com
Whatsapp 3188936392


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