¿De qué nos escandalizamos?

de-que-nos-escandalizamos

Hay muchas razones para sentirnos escandalizados. Todo el tiempo nos vemos bombardeados por información en nuestro entorno que nos confronta con eso que mueve nuestra emoción y nuestro afecto y que nos hace sentir disgusto y asombro.

Un contrato chueco de un gobernante, una amante de un personaje famoso, una cifra exorbitante por el pase de un jugador, un par de senos al aire o una fiesta con personas consumiendo sustancias alucinógenas, son situaciones que pueden generarnos incomodidad y que pueden hacer surgir en nosotros la sensación de estar frente a «algo escandaloso». Y está bien. Cada uno habrá de escandalizarse de aquello que moralmente siente reprochable, de lo que éticamente identifique como incorrecto o de lo que socialmente le hayan planteado que es generador de escándalo.

Sin embargo y es allí en donde se instala la paradoja, podemos pasar de largo frente a un adulto mayor con una convulsión en la calle o hacernos los desentendidos al ver a un grupo de niños pidiendo monedas en un semáforo. Perfectamente podemos desconocer imágenes de pobreza extrema en un noticiero pero hacerle eco a la exhibición de un cuerpo semidesnudo en una valla.

Cada uno habrá de escandalizarse con lo que desee pero estoy convencido que nos hace falta construir más sensibilidad interior y exterior con asuntos potentes a los cuales les hemos permitido que se vuelvan paisaje. Las violencias, las exclusiones, los abusos de autoridad, la pobreza, el hambre y muchas otras cosas más habrán de convertirse en situaciones relevantes para nuestras vidas y deberán hacernos figura en la cotidianeidad.

Más que sentirnos escandalizados, ello habrá de movernos de nuestro lugar de confort, tanto para enunciar y denunciar como para actuar. Resolver la vida de otros es imposible pero ayudar a que la mirada social se ubique en lo significativo y no en lo periférico, puede ser una vía potente y necesaria y para que ello ocurra, habremos de empezar por nosotros mismos.

Como bien lo decía Jaime Garzón, el reconocido humorista colombiano hace un par de decadas, «este país se escandaliza porque uno dice hijueputa en televisión pero no se escandaliza cuando hay niños limpiando vidrios y pidiendo limosnas…eso sino, eso es folklore»

 


Compartir