Amar en tiempos de cuarentena

En una cultura como la nuestra que pasa el afecto por el cuerpo, tener límites para acercarse al otro se convierte por decir lo menos, en una especie de tortura.
Así como la circulación y la respiración jamás se detienen mientras estamos vivos, el amor, el amar y los amores tampoco lo hacen. Pueden cambiar las condiciones externas y pueden transformarse las situaciones del contexto, pero los asuntos amorosos buscan las formas para expresarse, mantenerse y expandirse.
Tanto el amor familiar como el amor de amigos y el de pareja, se han convertido en expresiones humanas muy importantes durante los últimos siglos y las mismas, están llenas de significados, ritos y comportamientos. Los abrazos, los besos, las palabras, los gestos, los regalos, las llamadas, los mensajes, todo esto hace parte de ese universo de expresiones amorosas que aprendemos desde que somos niños y que tiene mucho que ver con las características familiares y del entorno en donde nacemos.
Amar en tiempos de cuarentena y con la presencia del coronavirus a la vuelta de la esquina, nos ha implicado retos importantes en el relacionamiento con otros. En una cultura como la nuestra que pasa el afecto por el cuerpo, tener límites para acercarse al otro se convierte por decir lo menos, en una especie de tortura.
No poder abrazar con tranquilidad a los abuelos, no poder besar a la pareja que se encuentra lejos, no poder tener cerca a los amigos con quienes se ha crecido, son situaciones que nos ponen fuera de base y con las cuales hemos tenido que convivir en estos últimos meses.
No ha sido fácil
Aunque en las situaciones familiares y de amistad las limitaciones en torno a la expresión del afecto han sufrido impactos, es en la vida amorosa de pareja en donde posiblemente los asuntos hayan tenido mayor significación.
Aquí no hablaré de situaciones de maltrato, abuso y violencia que pueden presentarse, las cuales se han disparado con el confinamiento. Estas ya son características que rayan en lo psicopatológico y que tienen otras causas y otras consecuencias. Mencionaré aquellas que, por las situaciones del confinamiento, la cuarentena y el virus, han tenido que moverse en las vidas de las parejas y han implicado ajustes, a veces con efectos no muy favorables.
Conozco varios casos de parejas que tenían fecha para su matrimonio, entre abril y julio de este año. Preparaciones fueron y vinieron durante el final del año pasado y ya tenían casi todo listo desde febrero. Sin embargo, la llegada del virus les hizo una mala (o buena) jugada. Tuvieron que tomar decisiones al respecto, negociar sobre si irse a vivir juntos o esperar unos meses más hasta la ceremonia, así como buscar alternativas para que los músicos, los encargados de la comida y muchas otras cosas más, retornaran el dinero ya cancelado.
Si de entrada el inicio de la vida de pareja implica tensiones, en medio de esta situación se vuelve doblemente compleja. Cambiar el estilo de vida, levantarse al lado de otra persona todos los días, compartir el mismo espacio, tomar decisiones juntos, resolver las pequeñas y grandes situaciones en común. Todo esto pone en jaque a cada uno de ellos y aunque normalmente se resuelven sin dificultades, no deja de ser complejo. En medio de la pandemia, esto tiene un toque adicional y por lo tanto no es extraño que se incrementen las tensiones y dificultades.
También he sabido de personas que durante varias semanas por asuntos laborales, académicos o familiares, habían viajado a otras ciudades diferentes en donde estaban sus parejas y que por la cuarentena no pudieron regresar ni por tierra ni por aire, al lugar en donde está su pareja. Una distancia obligada que los tomó por sorpresa y que confrontó sus capacidades de resolución de una crisis que apareció sin esperarlo. En algunos casos han roto y en otros, han mantenido la cercanía a pesar de la distancia mediante alternativas virtuales.
Es claro y evidente, tanto con estas situaciones del orden del amor, como de cualquier otro componente de la vida de los seres humanos, que el problema no es lo que pase afuera o lo que se enrede en el contexto. Lo realmente problemático puede ser la forma de reaccionar a dicha situación y la incapacidad de hacerle frente a las situaciones cambiantes.
El amar y el amor
Silvio Rodríguez, un cantautor cubano que acompañó muchos momentos de mi juventud, tiene una canción llamada Solo el amor. En uno de sus apartados dice lo siguiente; “Debes amar la arcilla que va en tus manos, debes amar su arena hasta la locura. Y si no, no la emprendas que será en vano, sólo el amor alumbra lo que perdura, sólo el amor convierte en milagro el barro”.
El amar y el amor, son expresiones que nos hacen más humanos y que, así como nos complejizan la vida, también nos permiten construirnos en relación con otros. Desde la familia hasta lo amigos y pasando por la pareja, la vida amorosa se convierte en soporte y en alivio. En momentos de incertidumbre como los que estamos viviendo, el amar y el amor habrán de ser luz y milagro, tal como lo plantea la canción de Silvio Rodríguez.
El amor en la pareja, en la familia y con los amigos, más allá de un asunto de perfección o de utopía imposible de lograr, se construye desde pequeños asuntos y habrán de seguirse encontrando alternativas en este tiempo de cuarentena. Una llamada, un mensaje, una expresión de afecto inesperado, pueden hacer la diferencia en estos momentos.
Disminuir intencionalmente los conflictos innecesarios, abrir espacios de conversación y de diálogo y generar espacios de encuentro, así sea virtualmente, pueden ser asuntos importantes y necesarios para ser potenciados hoy. El amor en tiempos de coronavirus puede convertirse en una ruta, en una opción y en una alternativa para seguir construyendo la vida.
Juan Diego Tobón Lotero
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