Respetable

respetable

Lo dicen y no se sonrojan. Toda opinión es respetable dicen, antes o después de verter una sarta de falsedades y odios, protegidos por esa falacia con la que se arropan. Pero resulta que no, no lo es. Respetable, digo. 

El asesinato de George Floyd, asfixiado por un policía en Estados Unidos (porque las muertes similares aquí no causan tal revuelo, porque el racismo de aquí no indigna), ha vuelto a dejar en evidencia a esos que solapan sus fobias bajo las más diversas tonterías. Yo no soy racista, pero… Y deslizan todos sus prejuicios contra la población negra, o las mujeres, o los inmigrantes (o los pobres, mejor, porque es la pobreza lo que los incomoda, no los extranjeros).

Y va siendo hora de que les repitamos con más fuerza que guarden sus opiniones para compartirlas con sus amigos a la luz del fuego, allá en sus cavernas. Que ni el racismo, ni el machismo, ni la homofobia, ni la aporofobia son opiniones y que por tanto, no valen para ser respetadas ni toleradas. Que sus “peros” no disimulan lo retardatario, que sus pobres defensas de lo indefendible solo los deja en evidencia.

Hay que hacérselos saber, a ellos y a todos, a ver si le vamos cerrando micrófonos y pantallas a tanta tontería, lo mismo a los cándidos y graciosos terraplanistas que a los absurdos y peligrosos antivacunas, pero también —y sobre todo— a los intolerantes que defienden que tenemos que tolerarlos. Y a sus fanáticos, porque ya ven, que ellos los votan y los vuelven presidentes… O senadores. Ustedes saben quiénes son.

¡No, sus discursos llenos de odio, de prejuicios, de moralina y de segregación no son respetables! Las legiones de idiotas ya tienen suficiente espacio en las redes sociales, dejó dicho Umberto Eco. No hace falta darles más.


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