Poesía

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Leí —o vi, no recuerdo— una lección de Español de Daniel, que cursa tercero de primaria. Era sobre poesía, y afirmaba en ella la profesora que esta es en rima y romántica. Y se me atravesaron por la cabeza Noticias de Gaza, de Carlos Alberto Carrasquilla y las páginas de Conversación a oscuras, de Horacio Benavides.

Me acordé de esto porque la semana pasada, durante el Mercado de Editoriales Independientes organizado por el Mamm, la Editorial Frailejón agotó un par de veces los ejemplares que tenía disponibles de El canto de las moscas, de María Mercedes Carranza.

Esa obra, publicada por primera vez en 1997, es un relato del horror que ha vivido Colombia. Y sí, son poemas, porque hay poesía que golpea como un recuerdo amargo, que hace memoria y que no deja que todo sea simplemente olvido.

El canto de las moscas es de esa poesía: un recorrido por aquellos pueblos que aparecieron en el mapa nacional —y en los medios— solo cuando se tiñeron de sangre, para desaparecer luego y reaparecer, ensangrentados otra vez: Amaime, Pájaro, Humadea, Pore, Taraira, Ituango…

María Mercedes Carranza los salvó de la desmemoria, convirtiéndolos en cantos que nos recuerdan que esta tierra está teñida del color rojo del líquido que nos corre a todos por venas y arterias. Y que a todos se nos escapa igual de fácil. Lo saben los asesinos.

No estaría mal que se lo incluyera en las clases de Español, pero me suena más que debería servir para revivir de una vez por todas las de Historia.


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