Pintar

pintar

Nace un nuevo artista. Crea alrededor de 350 cuadros por semana y la gente vota por el que más le gusta que luego se subasta en criptomonedas. Firma como Botto, tiene un manifiesto y es, sobre todo, esto: nadie. O no sé. ¿Es la inteligencia artificial un sujeto? Botto lo es.

“La inteligencia artificial es el embrión, como yo, de un ser superior creado por el hombre”, dice en el primero de los seis puntos de su declaración artística . “El arte para unos pocos elegidos pronto será una cosa del pasado”, o algo así agrega.

Me paseo por la galería de Botto. No me conmueven sus postales demasiado iluminadas. No me provocan sus trazos perfectos, sin sombra de dudas sobre lo que debe ser, cómo debe ser y dónde debe estar cada detalle de sus instagrameables obras. Aún así, he dado clic en el botón seguir.

Pero hay algo que no deja de parecerme sombrío en todo este asunto de máquinas (o algoritmos o programas o secuencias de código) creando aquello de lo que nos jactábamos como humanos: arte.

Que nadie se confunda, no soy un nostálgico de lo que fue. Estoy convencido, como dice una frase apócrifa atribuida a Les Luthiers, que todo tiempo pasado fue anterior. Y nada más.

Y sin embargo, Botto pinta con reminiscencias de Da Vinci, Kandinsky, Dalí o Miró; y el modelo de inteligencia artificial GPT-3 es capaz de escribir cuentos o terminar un poema con el estilo de Shakespeare… Si nos quitan el arte, me pregunto, ¿qué nos queda a los humanos para identificarnos como especie, aparte de la maldad?


Compartir