Gente

¿Qué es la gente? Porque lo mismo somos todos que nadie. Igual la palabra está tanto al servicio de los que pavonean su clasismo sin escrúpulos —es que la gente, dicen— como de aquellos que saben que basta pronunciarla para hacer creer —y hay quienes lo creen— que todos caben, cuando apenas si hay espacio para unos pocos.
¿Quién es la gente? Los otros o nosotros, depende de quién lo diga; y en ambos casos hay allí ese tufillo de exclusión, porque en la ancestral costumbre de negar opciones y derechos, Colombia tiene certificado de cumplimiento. Aquí, donde hay quienes se reconocen a sí mismos como gente de bien y creen que eso les da permisos sobre otros que, están seguros, no caben en esa categoría; aquí, digo, “la gente” es tumulto que molesta o clan a defender.
Y sin embargo, dice en su publicidad uno de los candidatos a presidirnos que él es el presidente de la gente, asignándose el cargo antes de que ocurran las elecciones. Cada que me encuentro la frase la leo en clave de negación: no soy eso que dicen que soy, soy esto otro que digo ser. No es una afirmación, es un acertijo, un juego de palabras que algo esconde.
Puede ser que ese candidato gane —mi pálpito es que lo hará, que ganará— y entonces sí podremos ver a ciencia cierta (o confirmar) de cuál gente es que era candidato y de qué gente es que será presidente.