Formas de perder el tiempo

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Está bien buscarse formas para perder el tiempo. Me encontré, hace poco, un artículo sobre palabras en español en peligro de extinción. Enumeraban algunas que, simplemente, iban desapareciendo ante el hecho de que dejara de existir el objeto que nombraban, como betamax, por ejemplo.

A otras, en cambio, las condena la falta de uso. Se nos han ido olvidando, nunca las escuchamos o no sabemos cómo usarlas. El artículo ponía como ejemplo cabe, que se repite fácil en la lista de preposiciones y que, sin embargo, se usa poquísimo. Significa, para dejarlo claro, “cerca de, junto a”. Además, en el artículo daban pistas para seguirles el rastro a las palabras: el Dirae y el Corpus de Referencia del Español Actual (Crea).

Busqué selenita, por poner alguna otra. Fue registrada por primera vez en algún diccionario en 1846 y tuvo que esperar hasta 1884 para que la incluyeran en el diccionario de la Real Academia de la Lengua. Hoy parece que ni los poetas la recuerdan y tan valiosa que sería por estas fechas de aniversarios y alunizajes. O uxoricida, tan triste que sea de verdad útil por estos días.

Hay otras palabras que se mantienen vivas de milagro. Putativo, por ejemplo, renace de sus cenizas cada diciembre, aunque se repita sin tener claro su significado.

Y están las que se forman en la fila que lleva al olvido. Hay allí algunas que realmente me gustan: caterva, petimetre, anacoreta… palabras cuya frecuencia de uso no pasa del cero punto algo en el Crea. Me pasé un buen rato buscando palabras mientras se acumulaban obligaciones.

Otras veces, simplemente, me dejo llevar de una definición a otra en el diccionario: de colmar a troj, de troj a algorín, de algorín a alpechín. No creo que encuentre cómo, cuándo o dónde usarlas.


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