Finjamos sorpresa

finjamos-sorpresa

Sigue el encierro. Salgo a la calle con la desconfianza de quien camina en un terreno minado. Tengo restringidos los abrazos y podría contar con los dedos de una sola mano la gente a la que se los he dado desde marzo de 2020, el año en que todos los días fueron el mismo día, una jornada que duró más de ocho mil horas. El 2021 parece ser más de lo mismo.

No se engañen, no me sumen en la lista de los que creen que con la llegada de un nuevo año cambian las cosas. Cada primero de enero es solo un “continuose”. Estoy pensando en las vacunas contra el covid-19 y en el plan de inmunización para Colombia que, mientras escribo esto, sigue sin conocerse.

Entre los países con mayor mortalidad por el bicho ese, solo dos no han empezado a vacunar a su gente: Irán y Colombia, lo dice el periódico El Tiempo. Habrá a quien no le importe. Tengo un antivacunas propio que me escribe denigrando de las inmunizaciones cada vez que hablo de ellas. Pero no está solo. Un sondeo del Dane encontró que apenas un 55,8 por ciento, de los 11.000 colombianos a quienes les preguntó, estarían dispuestos a vacunarse.

También hay quienes quieren acelerar su turno para recibir su chuzón, saltándose la fila, porque la mezquindad también es una característica humana. Como la opinadora semanal que se pregunta: “¿Para qué gastarse las primeras dosis en los más viejos y enfermos?”.

Puede ser que al final, en Colombia, todo sea como ha venido siendo. Sálvese quien pueda y quien pueda pagar por su vacuna, que escoja la que más le guste. El que no, que espere.

El mundo está al borde de un fracaso moral catastrófico”, advierte Adhanom Ghebreyesus, director general de la OMS. Finjamos sorpresa.


Compartir