Encontrar

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Pasa de vez en vez. Te metes las manos al bolsillo —del pantalón o de la chaqueta, lo mismo da— y sientes algo extraño adentro. A veces son los restos de algún papel olvidado, tieso, pero deshecho, con restos adheridos a la tela. Otras veces tenemos mejor suerte y lo que encontramos es un billete. 

Una tarde del siglo pasado caminé con mi hermano por San Juan, desde la 78 hasta la avenida del Ferrocarril, con la mirada clavada en el suelo buscando lo que otros habían perdido. Suena a historia falsa, pero encontramos las suficientes monedas en el piso para ajustar el pasaje del bus que habíamos descuadrado comprando chucherías. 

Me gusta encontrar cosas, quizá por eso dejo rastros dentro de los libros: pases de abordar, cuentas, recibos, postales, instrucciones de uso de algún objeto que cualquiera sabe usar. 

Hubo un tiempo en que dejaba figuras de origami allí donde me sentaba: en las cafeterías, en los salones, en el metro. Nunca me quedé a ver si alguien se llevaba alguna. Creo que hoy la desconfianza no dejaría a nadie hacerlo.

A veces no tenemos tanta suerte y aparece lo que estábamos buscando cuando ya no recordamos para qué lo necesitábamos. Y hay veces que se encuentra, sin proponérselo, lo que estaba perdido. 

Les pasó a los empleados de la Galería Ricci Oddi en Piacenza (Italia) hace unos meses, cuando el mundo aún era el mundo como lo conocíamos, con Retrato de una dama, de Gustav Klimt. 

El cuadro había desaparecido en 1997. Hubo escándalo, reportajes sobre el robo del retrato, investigaciones, falta de pruebas, confesiones sin sustento, sospechosos desestimados, rastros que se diluyeron con el tiempo… 

Hay que ver las cosas que surgen cuando se limpia y ordena la casa. La semana pasada Cata y yo encontramos unas cocas que creíamos extraviadas para siempre. Los de la Galería Ricci Oddi encontraron el cuadro perdido. Estaba metido en una bolsa negra de basura, escondido en un hueco del muro exterior. Veintidós años y nueve meses ahí. ¡Qué suerte!

Me gusta pensar que allí, en Piacenza, donde el coronavirus ha sido particularmente agresivo, hay un retrato esperando para ser admirado de nuevo.


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