Desandar

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Imagen de LuiggIe Salcie en Pixabay 

Se lo dijo el panameño Rubén Blades en una entrevista al diario argentino Clarín: “La gente dice que el poder corrompe; yo no creo eso. Yo creo que el poder desenmascara”. Él, que fue aspirante al poder en su país. Lo recordé esta semana con el informe Medellín cómo vamos. 

A estas alturas (desde mucho antes, mejor) está claro que la administración de Daniel Quintero y sus afectos parecen más interesados ni siquiera en la repartija del poder, sino en el botín. Saben bien que el tiempo les corre en contra y que perderán cuando llegue el momento de las urnas. Pero tienen claro, también, que aún hay suficientes días para el saqueo. 

El discurso sigue siendo el mismo, pero los hechos los desmienten. No son ellos los únicos, claro, que eso de mentir los hermana con el gobierno nacional saliente; pero el problema es que a este que nos rige aquí, entre estas montañas, todavía le quedan 521 días de mandato, incluyendo hoy viernes 29 de julio, cuando esta columna se publica.

Está claro que los intereses de quien está al mando aquí —en esta ciudad capital que no era el paraíso, pero tampoco este terreno en paulatino abandono— andan por un camino diferente, no ya al de las mayorías, sino al del bien común. 

Sería ingenuo pensar que es Quintero el único responsable de este retroceso, porque Medellín ha sido desigual desde hace décadas, pero lo es aún más (ingenuo, digo) negar que si aceleró fue con la reversa puesta.


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