Cosas de héroes

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Si hay una palabra desgastada, esa debe ser héroe. O heroísmo. Aunque pudiera ser también la palabra histórico, de la que abusan con frecuencia los periodistas deportivos, calificando con ella lo que a duras penas llega a anecdótico. Pero me voy por la ramas. Volvamos a lo de los héroes, a los míos particulares, que cada quien tendrá los suyos.
Excluyo a militares, policías y gente de la guerra en general, porque dudo de sus causas. En el pedestal donde subo y bajo a los míos, según se me antoje, tengo algunos futbolistas: el chileno Carlos Caszely cruzando las manos a su espalda, para evitar tener que apretar con la derecha suya la derechísima de Pinochet; Sócrates, el capitán brasileñó, liderando desde el Corinthians su resistencia a la dictadura que gobernaba su país desde 1964 y que ostentaba un tal Figueiredo.
Hay otros atletas, claro: Tommie Smith, luciendo el oro de los 200 metros lisos y alzando el puño enguantado de negro, durante las olimpiadas de México 86; o el jugador de fútbol americano Colin Kaepernick, hace un par de años, hincando la rodilla cuando sonaba The Star-Spangled Banner, el himno de su país.
Hace poco sumé uno más. Fue hace tiempo su gesta, pero no es tarde para contarlo: Leon Goretzka, el alemán que, en la pasada Eurocopa, clasificó a su equipo con un gol a seis minutos del final. Hace poco sumé uno más. Fue hace tiempo su gesta, pero no es tarde para contarlo: Leon Goretzka, el alemán que, en la pasada Eurocopa, clasificó a su equipo con un gol a seis minutos del final. Lo celebró formando con sus manos un corazón y enseñándoselos a los homofóbicos hinchas húngaros. En fin, gente así tiene algo de héroes.