Atemorizar

En este país, donde la protesta siempre ha estado estigmatizada, donde quienes salen a la calle a manifestar su inconformismo son vistos con malos ojos, como gente que no quiere al país (ah, el patrioterismo, ese gran truco), justo ahora que hay un quiebre, un despertar, un final del miedo y una necesidad de decir ¡basta ya!, justo ahora, la represión vuelve a ser la respuesta, como lo ha sido antes, como lo ha sido siempre.
Apenas es martes cuando escribo esto.
“Desde el 28 de abril, la Oficina de la Alta Comisionada para los Derechos Humanos ha recibido denuncias de al menos 14 muertes en el contexto de las protestas en diferentes partes de Colombia, entre ellas la de al menos un agente de policía”, dice su portavoz, Marta Hurtado.
La Defensoría del Pueblo publicó una lista con más de 80 personas desaparecidas durante las protestas. El New York Times reporta, por lo menos, 19 muertos y cientos de personas heridas.
Disparos indiscriminados contra los marchantes, retenciones sin razón, desapariciones, abusos sexuales, uso desproporcionado de la fuerza. Mientras, el comandante del Ejército, acompañado por el ministro de Defensa, graba un mensaje felicitando al Esmad.
También están esos videos de particulares patrullando armados, envalentonados, que se sienten autorizados para amenazar y disparar. Atemorizar es la consigna. Quédense en sus casas, es lo que dicen. Mejor no protesten, que esto es lo que les espera, advierten.
Los llamados de la ONG Temblores pidiéndole a la gente que se resguarde porque “no hay garantías para la vida” son el retrato de las jornadas de protesta que han terminado en noches llenas de zozobra.
“¡Cómo me gustaría salir a marchar sin dejar preocupada a mi mamá!”, decía una de las estampas de las marchas que vi en Instagram. Asustan, claro, pero se protesta también contra el miedo.