Asombrar

Recordé que solía responder, cuando me preguntaban qué andaba haciendo, “aquí, esperando lo maravilloso”. La idea la encontré en una tira de Elkin Obregón, si la memoria no me traiciona.
Con el tiempo cambié la espera de lo maravilloso por la búsqueda de lo asombroso. La mayoría de las veces me topo con lo curioso o lo extraño. No es lo mismo, pero por me divierto. Y lo que hallo me sirve para escribir cuentos o columnas, que pueden ser tan parecidas.
Que si la realidad supera la ficción le pregunta a mi yo cuentista una estudiante de mi amiga Mónica que me llevó de invitado a una de sus clases. Por supuesto, le dije. A veces el cuento está ahí contado y no hace falta más que halar de la pita.
Ahí está el hombre que asiste desnudo ante un juez para defenderse de una acusación penal por exhibicionismo, en Valencia, España, que además, lleva una huerta donde trabaja como Adán lo hacía en el Edén. O la misión Dart de la Nasa cambiando la órbita del asteroide Dimorphos, con la duda de si ahora estará en ruta ese cuerpo celeste hacía algún otro planeta habitado. Qué Dios detrás de Dios la trama empieza, escribió Borges.
“¡¿Qué diablos estoy haciendo aquí en este hermoso día?! ¡Esta es la única vida que tengo!”, le hace gritar Bill Watterson a Calvin en medio de una clase. “¿Qué estoy haciendo aquí, de quién es esta vida?”, canta Sabina. En alguna parte tiene que estar lo asombroso.