Que surja el Naturacentrismo

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El comediógrafo latino Plauto, en su obra Comedia de los asnos, dijo hace más de 2000 años: “Lobo es el hombre para el hombre”.

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La enseñanza que podemos sacar de la actual pandemia es que, más que contra un virus, el ser humano debe combatir contra sí mismo. Su especie se cree desligada de la Naturaleza y, por mucho tiempo, especialmente desde la Revolución Industrial, considera esta una enemiga y, por tanto, debe exterminarla para demostrar (¿a quién?) su supremacía. Gracias a esa actitud destructora, todas las especies de la Tierra están cerca de su final. La Naturaleza expide factura con cuentas cada vez más impagables: eso que llaman cambio climático, que hemos ido entendiendo de tanto sufrirlo.

Solo hay una solución. Así como hemos atravesado épocas de teocentrismo y antropocentrismo que nada bueno han dejado, deberíamos entrar a una era de Naturacentrismo. Una en que la Naturaleza esté en el centro de la existencia individual y colectiva de los humanos. Así, que los programas económicos, sociales, científicos y demás tengan como eje el cuidado de la Naturaleza. No esperar que sean otros —otras naciones, ciudades, personas— quienes pongan la Naturaleza en el centro de sus acciones, planes de ordenamiento territorial y proyectos; hacerlo nosotros, aunque nos dé miedo ser los primeros… Los primeros en renunciar a ciertas ganancias mezquinas.

Algunos, con más fe en la especie humana que yo, vienen con la cantaleta de que no seremos los mismos después de la pandemia e insinúan que seremos mejores. Vamos a ver si somos capaces de tanta belleza… y si no es tarde aún.

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Por John Saldarriaga
saldaletra@gmail.com


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