Envigado se alegra con los murales

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¿Cómo no hastiarse del gris, el color sin pasión? Cómo no cansarse si se puso un día de moda, hace no sé cuántos
siglos, y se quedó instalado, aherrojado en el alma de ciudades y gentes. Es el color del tedio.

Cómo no cansarse del gris si se ha constituido en el color de la uniformidad en pensamientos, acciones, emociones,
necesidades y consumos. Gris es el cemento que endurece hasta las mentes más flexibles. Gris es el plomo. ¿Cómo no cansarse de tanto plomo?

¿Será que estamos atravesando una época gris?

Pero a veces surgen los colores de la alegría. En estos meses de 2019, resulta reconfortante que en Envigado se estén pintando murales coloridos que le arrebatan espacio a las superficies monótonas y sin gracia. San José, El Embrujo, El Portal, El Dorado, San Marcos y la carrera 43 A son los sitios, donde, por ahora al menos, han aterrizado los pinceles y soplado los aerosoles, empuñados por manos de artistas que le han dado vida a lo mustio.

Y así, como por arte de magia o, más bien, por magia de arte, lugares donde había una pared triste y vacía, decorada apenas por las manchas de humedad y las dentelladas del tiempo, aparecen paisajes de animales y plantas y humanos. Figuras fantásticas también se aprecian en otras obras. Algunas de ellas recuerdan a Eolo, Señor de los Vientos, o representan a humanos elevados a la categoría de héroes o de seres míticos, como en el caso de deportistas de apariencia imbatible o de niñas dueñas de una belleza conmovedora.


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