El ojo de sal, en la mira

el-ojo-de-sal-en-la-mira

¿Quién no ha oído hablar de don Sigifredo Correa Correa en El Salado? Nació en 1918 y murió en el amanecer del presente siglo. Perteneciente a una de las familias más queridas de esta zona, era conocido por su nobleza, su entrega al trabajo y su don para componer articulaciones torcidas y curar vacas a distancia mediante oraciones secretas.

En investigaciones etnográficas sobre dicho territorio y su comunidad, realizadas por la antropóloga Francy Esther Del Valle, don Sigifredo aparece contándole que, en la primera mitad del siglo XX, transportaba sal en mulas, desde saladeros naturales situados en Las Palmas hasta la estación del ferrocarril, para ser llevada en tren a otros lugares. Esa sal, empacada en capachos hechos de hojas de caña, la usaban para dársela al ganado. Esta actividad económica generaba gran cantidad de empleos.

Cien años después del nacimiento del personaje, los medios informaron que la Administración municipal tiene  planes de salvaguardar el único ojo de sal, saladero o manantial de agua salada que se tiene registrado en Envigado. Aún no ha comprado el terreno donde se halla, entre Perico y Pantanillo, sector El Cebadero, pero anunció la afectación del predio y el estudio de su adquisición. Funcionarios de la Secretaría de Medio Ambiente han explicado, en informes de prensa, la importancia ecológica del ojo de sal: da vida a un ecosistema del que se benefician plantas y animales de agua, tierra y aire.

De modo que a este valor ecológico se suma el otro, el histórico y cultural. Ambos deben motivar a la Administración municipal a quedarse con ese recurso.


Compartir
Etiquetas: , ,