Chips, rayos y sombreros plateados

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Hay un Carlos D. que conozco. Un paisa repaisa, conversador y ocurrente. Habla como seguramente lo hacían los arrieros en las fondas camineras cuando se daban al descanso entre aguardientes y tabacos.

Hace meses, cuando la vacuna contra el covid-19 era apenas un experimento y una esperanza, me dijo que en el biológico, por orden de los gobiernos del mundo, incluirían un chip para detectar a los pensionados y pensionables, con el fin de eliminarlos con rayos equis desde satélites instalados para tal fin. Celebré el chascarrillo, propio de seres como él que quieren hacerse los graciosos.

Pero no, no era broma. Insistió que era un asunto serio. Añadió que el único mecanismo que tendría un viejo para librarse del ataque sería salir a la calle con la cabeza cubierta con sombrero plateado, en el que rebotaran los rayos.

Tan descabellada idea se parece a la que expresan quienes se niegan a dejarse aplicar la vacuna. En lugar de estos pensamientos a todas luces primitivos, debemos celebrar que al fin hay vacuna. Médicos y enfermeras ya “pelaron” el brazo para recibirla.

Para tranquilidad de los miedosos, un galeno me contó que no sintió nada, ni siquiera mareo. “Solamente, al otro día sentí un pequeño dolor en el punto de la inyección, que no duró mucho”. Y una enfermera, que había sentido frío por dos días. Nada más.

La ignorancia genera confusión. Esperemos, más bien, que no haya corrupción, desorden ni demora en la inmunización de la población, a ver si al fin podemos cerrar este capítulo aciago de la historia.

Por John Saldarriaga
saldaletra@gmail.com


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