Ansiedad por dejar el encierro

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Por John Saldarriaga

saldaletra@gmail.com

Las distancias son relativas. Por eso, aciertan quienes afirman que Cuba está más cerca de Angola que de los Estados Unidos, a pesar de que del país africano la separan poco más de 11 mil kilómetros y, en cambio, del norteamericano, apenas 150 kilómetros.

Esa idea, la de la relatividad de los espacios, no resulta lejana a esa otra de que en cuarentena —bueno, me refiero a los que de verdad estamos cumpliendo con el confinamiento preventivo contra el virus innombrable— las coordenadas se pierden, como habíamos dicho columnas atrás. De modo que, comunicados con el mundo más que todo a través de medios tecnológicos, nos da lo mismo estar en Sierra Leona, Atenas, el Yucón o el Alto de las Campanas allí en Arenales.

Por eso también entiendo que para una persona de Envigado que conozco bien, las noticias de Nueva Zelanda son más frescas y cotidianas que las de Colombia. Seguramente, como se comunica a diario con un pariente que reside en ese país insular del Pacífico Sur, no fue raro escucharle hace unos días que la epidemia ya estaba quedando atrás. Noticia que es de allá; no de aquí.

Pero eso no solo le pasa a ella. Será porque el mundo es una aldea global, gracias a los medios electrónicos, a muchos se les contagian las ideas de que estamos llegando al final de la pandemia. Como en Italia y Alemania ya están volviendo a salir a las calles, aunque no de manera plena y normal, entre nuestros vecinos de loma envigadeña hay quienes no fallan con sus rumbas de fin de semana, cual si no pasara nada. Y por la vía de Camino Verde, en domingo parecen ir de paseo a los charcos de la Ayurá.

En el país también se nota la ansiedad por salir a las calles. Los amantes del fútbol, no lo niego, estamos desesperados porque vuelva a rodar la pelota, pero hay algunos que no disimulan el afán. Y los dueños de esa industria menos aun. Se les olvida que Italia y Alemania, para volver a los casos mencionados, le llevan cinco semanas a Colombia con casos positivos de la enfermedad, ellos tuvieron sus primeros casos a finales de enero, y, por tanto, el retorno a las canchas no puede ser al mismo tiempo.

Entonces, a las calles tampoco puede irse en desbandada. Ni hacer parrandas. Aunque la ansiedad por el encierro locos nos vuelva. Es preciso, como suele decirse, seguir tirando aguante.

Hasta en los momentos más borrascosos, el tiempo pasa.


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