Aislaron el virus innombrable

aislaron-el-virus-innombrable

Por JOHN SALDARRIAGA

saldaletra@gmail.com

Por estar “atacada de grandes enfermedades y amenazada por otras peores”, el médico y humanista envigadeño Manuel Uribe Ángel le recetó a Colombia una fórmula:

“Caridad ampliamente practicada para evitar el consumismo que la invade, tolerancia para conseguir la paz, benevolencia para arreglar sus pasiones delirantes, unción contra la anarquía (remedio del Libertador), instrucción para procurarse hombres, educación para formar pueblo, trabajo para enriquecerse y… libertad racional para ser inmensamente grande”.

Estos remedios no los escribió en el talonario de recetas de su consultorio, sino en una carta enviada al artista Alberto Urdaneta en 1881.

Me parecen buena excusa para recordarlo ahora cuando en la Facultad de Medicina de la Universidad de Antioquia acaban de anunciar su logro científico, el de aislar el virus innombrable que tiene al mundo en jaque. Y ese aislamiento —lejanamente similar al aislamiento social al que ese bicho nos tiene sometidos a los humanos— permitirá progresos en materia de diagnósticos para detectarlo, medicamentos para combatirlo y desinfectantes para erradicarlo de las cosas en las que, abusivo, se posa.

Percibo, no sé cómo, que algunos me preguntan: ¿cuál es la relación entre estos dos temas, la grandeza de Uribe Ángel y la notable noticia de la Universidad de esta semana? Es claro. Nuestro personaje es el fundador del Departamento de Medicina de la Universidad de Antioquia, en 1871, es decir, de esa facultad. Y el Padre de la Medicina en nuestro medio. Estudioso como un ateniense, adelantó análisis de la lepra, el carate, el tun-tun, la tosferina, el sarampión y la fiebre del Cauca. Creó vacunas, métodos de curación para mordeduras de serpientes y numerosos aportes más, todos así, prácticos y urgentes para la sociedad de su época, la del siglo XIX, cuando en Colombia, según sus propias palabras, la medicina era insipiente y apenas sí sabían sangrar y sacar muelas.

De modo que, desde su origen, esta institución ha estado iluminada por grandes espíritus y comprometida con las urgencias y necesidades de la población en la que está inscrita.

Por supuesto, tiene que haber orgullo nacional al saber esta noticia, que no hace más que confirmar la capacidad de nuestros científicos.

Cuando las noticias malas  parecen rodearnos, un anuncio como el de la Universidad es un respiro. Es una tímida luz que alienta, porque señala que sí se avanza hacia la salida de un túnel oscuro como el betún.


Compartir