Adiós, Alí Pato

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¡Ay, cómo extrañamos a Alí Pato! El zapatero que descubrió por dónde cojeaban los envigadeños por más de medio siglo, murió hace unos días de Coronavirus.

Menos conocido como Ricardo Saldarriaga, perteneció a una clase de zapateros filósofos y lectores, ya tan escasa como los zapatos estilo Oxford.

Le hablé por primera vez en 1996 para la crónica “Una piedra en el zapato”, publicada en El Mundo (incluida en el volumen El arca de Noé, 2007). De su sobrenombre explicó que Alí lo recibió por haber boxeado en la cuerda de un tal Godoy, un chileno orgulloso de haber peleado contra Joe Louis, y Pato, por haber nadado como ánade en el río Medellín cuando este era limpio. Con Ramiro Muñoz, socio de tachuelas, admiraba la Revolución China. Regalaban papelitos con un poema de Mao Tse Tung a los clientes:

“Aunque la muerte llega a todos/ puede tener más peso que la Montaña Andina,/ o menos que una pluma./ Morir por los intereses del pueblo/ tiene más peso que una montaña;/ servir a los fascistas y morir por los/ que explotan y oprimen al pueblo/ tiene menos peso que una pluma”.

En mi libro Las fábulas de Alí Pato (Ed. UPB, 2017) es narrador de relatos en los que hablan elefantes, patos y golondrinas.

¿Cómo no estar triste, si no pisará más con sus pies la tierra alguien que dictaba cátedra de humildad, altruismo y amabilidad, con palabras y acciones?

Con esta nota pretendo que este envigadeño, popular como la morcilla o el carriel, no se convierta en simple cifra de los saldos nefastos de la pandemia.

Por John Saldarriaga
saldaletra@gmail.com


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