Sitio recomendado para degustar los antojos de la costa en Medellín

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Cartagena de Indias en la olla fue uno de los primeros libros de cocina que vi en mi vida. Mi mamá lo mantenía al lado de otros pocos, en el poyo de la cocina (con “y” que es la superficie que sirve para cocinar).

Cada cierto tiempo la veía tomando nota y desde muy chiquito me di cuenta de que cada vez que abría ese libro íbamos a comer rico. Con los años supe que era escrito por doña Teresita Román, con el mismísimo apellido de los de la Kola Román, una matrona costeña de esas con 10 dedos parados, dueña de la que probablemente haya sido la casa más hermosa del país.

Dice de doña Teresita mi venerada wiki: “Nació en la ciudad de Cartagena de Indias, Colombia, el 29 de diciembre de 1925. En 1963, ve la luz Cartagena de Indias en la olla, que cuenta hoy con más de 36 ediciones en español y 2 ediciones en inglés. Esta enciclopedia como la llaman varios gastrónomos ha recibido innumerables premios y se ha consolidado a lo largo de los años, como un auténtico best-seller colombiano que se mantiene aún vigente. La casa de su familia localizada en el tradicional barrio de Manga, hogar de doña Teresita, es una auténtica joya de la arquitectura morisca, considerada patrimonio histórico de la humanidad.

Gracias a doña Teresita y mi mamá, le cogí enorme cariño a la sazón costeña. Siendo un pelao, cuando íbamos a la costa en el carro, no veía la hora de llegar a Cereté por las delicias árabes de Deyanira, a Luruaco por las arepas de huevo y a Cartagena por el pescado frito con patacones de playa dorada.

Recién llegados a Colombia, hace casi 3 años, me llevé a mi amorcito con los enanos hasta Barranquilla, donde nos dimos varios banquetes en Los Compadres, Las Flores, Las Vegas, El Narcobollo, El Cucayo y El Tremendo Guandul. No me cabe la menor duda de que la cocina costeña es la más completa y divertida de nuestro amado país. Por eso, como diría Tulio, en el restaurante del que hablamos hoy subí hasta el cielo y comí de la mano de los ángeles, cuando hace un par de semanas lo descubrimos en el barrio Provenza.

La Niña Juani: Antojos de la Costa, como dice en el aviso, reúne delicias clásicas del Caribe y la sabana costeña. Es perfecto para desayunar, almorzar, tardear o comer, por su ambiente sabroso y su oferta. Si no se aguanta las ganas de ir, no deje de probar: el coctel de camarones, la picada sabanera, el queso frito, las arepas de huevo, el chicharrón costeño con yuca, las empanadas turcas de Cereté, los bollos con queso, los pescados fritos o en leche de coco, el mote, la posta negra, el sancocho de pescao, la cazuela de mariscos… en fin, a los Azafrán se nos volvió un lío escoger entre tantos platos formidables y al final salimos llenos de más cosas para llevar.

Mi flaquis delira con los jugos de corozo, níspero y zapote y los enanos sucumben ante los postres, dulces y conservas que parecen sacadas del Jardín de los Escribanos de Fermina Daza. A mí todo me enloquece, sin remordimientos.

La última vez que fuimos, para hacer esta nota, interrogué a Sandro, que nos atiende tan amablemente en el local de Provenza y me enteré de que sus dueños se llaman Ana María y Juan Guillermo, a quienes hemos visto al frente, pero no hemos conocido aún, que tienen otro local en Mayorca, donde la oferta de jugos y demás es incluso mayor, que muchas cosas les llegan directamente de varios sitios de la costa, que venden toneladas suero, queso, bollos y dulces y muchas otras cosas ricas para llevar. En La Niña Juani me olvido de la dietista y me acuerdo de mi mamá.

QUÉ: Coctel de camarones, empanadas turcas de Cereté.
DÓNDE: Cra. 33 #8A-05, Provenza.


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