Un parche alemán en Medellín

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La reseña de hoy es de un sitio que lleva varios años en un local diminuto en el barrio Manila (Medellín), al que llegamos por pura casualidad en nuestra caminata familiar de fin de semana, que escogimos por el nombre tan particular: El Alemán Pues.

Conozco la cocina alemana por referencias, aunque siendo un imberbe varias veces fui con mi papá a comer salchichas blancas con mostaza, repollo agrio y pan duro amargo, que él engullía pleno de la felicidad con jarrones inmensos de cerveza. El país bávaro comparte con los belgas el honor de ser reconocido como el productor de las mejores cervezas del mundo, detrás de las cuales miles de personas viajan cada año desde muchos países a su festival Oktoberfest, en donde se toman millones de litros acompañadas con pretzels, el pan típico alemán con sal gruesa y salchichas de todas las formas, sabores y colores.

Los germanos son los reyes indiscutibles de las salchichas: Wurst, siendo las bratwurst las más comunes y aunque muchas llevan ternera, como nosotros aman el cerdo, por lo que gran parte de sus recetas más conocidas lo llevan solo o combinado con otras carnes.

Además de las salchichas, sus platos más populares son: chuletas ahumadas con chucrut, codillos de cerdo fritos, estofados o asados, jamones y embutidos, el célebre lomo al estilo alemán, hamburguesas picantes, escalopes apanados con salsa de champiñones y patés. En cuanto a la cocina dulce, el strudel de manzana es su postre más famoso y casi seguro el más difícil de preparar del universo, al menos bien hecho.

La primera sorpresa deliciosa cuando nos sentamos en El Alemán Pues fue la posibilidad de escoger una de sus cervezas, entre una lista que nada envidiaría un bar en pleno centro berlinés. La flaca, más experta que yo se fue por una Salvator Doppelbock, que descubrí de inmediato le acordaba un novio bávaro, de medio pelo, que tuvo en Londres antes de conocer al notable papá de sus hijos; yo, tratando de equilibrar la situación desafortunada me fui por una Dunkel negra bastante fuerte pero rica y los enanos se enloquecieron de emoción con el eisschokolade, una especie de milo con helado y chantilly.

Una vez superados los celos con una sonrisa y una mirada, pedimos la mega picada con salchichas que resultó estupenda, pretzels, milanesas de cerdo para los chiquillos y pasta artesanal con cebolla caramelizadas y queso. El remate con los waffles alemanes con helado y el strudel, fue tan memorable como todo lo demás. Por esta vez, voy a quedar debiendo los nombres de los platos en su idioma original, más para que vayan a calmar la curiosidad que porque las fotos desenfocadas que tomé de la carta no me permitieron copiarlos. El Alemán Pues queda en Manila en la carrera 43B 11-76 Teléfono 2684420.

Por Efraín Azafrán
efrainazafran@gente.com


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