Un restaurante nikkei en Medellín que me dejó sin palabras

niku-restaurante-de-comida-nikkei-en-medellin

De las cocinas que han hecho famoso al Perú, siempre he dicho que la que más me gusta es la Nikkei, fusión peruano japonesa. Perú tiene la particularidad de los países reconocidos por su gastronomía, donde se come igualmente bien en restaurantes de primera categoría que en puestos callejeros.

 

View this post on Instagram

 

A post shared by Niku (@nikurestaurante)


Es un programa formidable recorrer el país comiendo en paraderos turísticos baratos. Sánguches de chicharrón con ají amarillo y mucha cebolla, choritos con canela china, chicha morada, mazamorra, calamares fritos, aguadito, causa y tacutacu, son imperdibles, aunque con la flaca coincidimos en los tres que nos hacen volver una y otra vez: pollo asado, el mismísimo de aquí de espeto giratorio, el ají de gallina y el suspiro limeño, que nunca he podido saber si se llama así por la técnica de su preparación o por los suspiros de emoción cuando se come.

Perú en los últimos 20 años ha surgido como potencia gastronómica mundial y sus sabores cautivan gentes de todo el planeta. Un fenómeno gracias a personajes como Pedro Solari, el cevichero mayor y Humberto Sato, reconocido como padre de la cocina Nikkei, creador de Costanera 700, un restaurante en donde se pierde la voluntad y se entiende aquello de la alquimia culinaria.

Donde Sato descubrí los hakaos, que es un envuelto de pasta con distintos rellenos y la chita a la sal, dos platos de esos que lo marcan a uno para toda la vida. Los cientos de dólares que pagamos terminaron siendo una de las mejores inversiones en felicidad que hemos hecho en la vida. Comer así, no tiene precio.

Y precisamente de esa cultura de sabores memorables nikkei, es nuestro protagonista de hoy: Niku. De esos sitios que lo dejan a uno sin habla, desde el instante que cruza la puerta. Como diría Tulio, “dónde diablos estaba yo que no había conocido esta maravilla”.

El espacio lleno de magia y buen gusto, es descrestador, tanto que debo decir que lo primero que le dije a la flaca cuando entramos, es que nunca me hubiera imaginado un sitio así en Medellín. Cada día me convenzo más de que en nuestra ciudad se está comiendo cada vez mejor y que gracias a sitios como Niku, nos estamos convirtiendo en un destino gastronómico importante.

Y si el ambiente nos dejó con la boca abierta, apenas llegó la carta la cosa se puso mejor. Inteligentemente dividida en secciones, bien escrita, descrita, ilustrada y explicada, lo lleva por un recorrido de sabores impresionante.

La experiencia fue tan maravillosa que no encontré otra manera mejor de describirla que las palabras del Vizconde de Fallodon: “Sería maravilloso escribir sobre el placer si de esta forma pudiéramos compartirlo con los demás. Si tuviéramos ese don, mañana mismo partiríamos a la conquista del mundo con una descripción de los encantos de la vida.”

Aunque pedimos muchos platos y cada bocado fue sublime, me siento obligado a sugerir los sashimis, todos de muerte lenta y el solomito rimac en crocante de quinoa y miel, ay, Dios. Niku, en la superior arriba de El Tesoro. Reservas 301 7914735.

 

View this post on Instagram

 

A post shared by Niku (@nikurestaurante)


Por Efraín Azafrán
efrainazafran@gente.com


Compartir