Un pollo asado para chuparse los dedos

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Esta joya gastronómica tiene su sede en una de las casas más antiguas, hermosas y mejor conservadas de El Poblado, por lo que de entrada su ambiente mágico lo va a cautivar, como lo hizo con mi flaca y mis adorables revoltosos que no ven la hora de que llegue el fin de semana para ir, lo que se volvió costumbre familiar. Rara vez pido pollo cuando salgo, aunque creo que es la primera opción para ir a lo seguro si no se sabe que pedir. Se definen como rosticería, como se les llama en Francia a los asaderos de carnes o pollo en rueda de chicago como decimos aquí, o “espeto giratorio” según mis asesores de Wikipedia.

Le Coq ya superó los primeros años que marcan el desafío de supervivencia de los restaurantes en Medellín y lo hizo con creces, ya que pocos sitios tienen una clientela tan fiel y numerosa, con toda razón, pues allí se le hace un culto a esta ave de corto vuelo a través de un montón de recetas perfectamente logradas gracias a los ingredientes frescos, preparaciones a la minuta y por supuesto pollos especialmente grandes de “buena familia”. Los que no pueden ir, piden a domicilio, con toda seguridad de que nadie entrega mejor empacados los alimentos.

Por esas cosas de la vida, conozco la trayectoria de Pilar, su principal creadora, de la que no digo su apellido, pues como en todo lo tan maravilloso que ha hecho por nuestra ciudad y sigue haciendo, prefiere conservar su perfil bajo. De esos personajes que hay pocos, pero existen para bien de la humanidad. Como empresaria con gran visión, se unió con dos cocineros extraordinarios y juntos crearon este concepto que parte de una clara definición gastronómica, porque va uno a ver, el secreto de gran parte de los restaurantes exitosos es la identidad o especialización.

Uno de los restaurantes más famosos de Francia, L´entrecote, con varias sedes que mantienen reservas previas de varios meses, ofrece un solo plato: carne con papas fritas. No creo en esas cartas que recorren la gastronomía universal pretendiendo satisfacer a todo el mundo ya que es casi imposible que en una cocina puedan hacer de todo muy bien hecho.

Estos se dedicaron a hacer pollo a la perfección. Por eso no es de extrañar que figuren entre los favoritos de las redes con excelentes comentarios tanto por la comida como por el servicio excepcional, cálido y profesional dirigido al detalle de la mano de Claudia su administradora. Me consta, además, que son el restaurante local que más respeta el medio ambiente con sus materiales y hábitos de producción.

Debo confesar que me trastorna ver a mi flaca en Le Coq toda chorreada, empegotada, tan sexi, lamiéndose los dedos; pero eso ya lo trataré en privado con mi sicóloga. Flaca te amo comiendo.

La base de su oferta son pollos asados gigantes y jugosos con marinados clásicos de varias partes del mundo: Europa, África, Asia y por supuesto Colombia, el mejor, que sirven con varios tipos de papas, arepitas de morir infladas a la antigua, deliciosas ensaladas y el pan de maíz más rico que se pueda uno comer en su vida. Pero además hacen “coq au vin” el clásico francés delicioso, un club sándwich sin igual, una milanesa estupenda y uno árabe deshuesado impresionante; tienen varios platos perfectos para los que cuidan sus líneas, no como yo, y unas ensaladas ricas siendo mi favorita la que tiene bolitas de queso con nueces garrapiñadas y uvas. Con Le Coq se me acabaron los adjetivos. Pilar, personas como tú no hay dos, ojalá hubiera más…


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