Una hamburguesa de película

hamburguesa-de-cine-colombia

Una de las primeras cosas que supe de mi flaca esa tarde lluviosa en que la conocí en Londres, era que, al igual que yo, deliraba con las canciones de Queen. No sé cuántas veces le he dedicado “Love of my life” y “You take my breath away”, o cuántas hemos llorado juntos oyendo “Who wants to live forever”, o cantado nuestro himno de vida “Don’t stop me now”, pero el sin igual Freddy Mercury, ha sido testigo de este amor, tanto que desde chiquiticos los enanos tararean gran parte de las canciones y comparten con nosotros la misma emoción cada vez que los oímos.

Es así, que desde hace varios meses que se dieron cuenta de que venía una película con sus ídolos de cuna, nos hicieron prometerles que los íbamos a llevar. Esperamos que varios amigos la vieran para saber a qué atenernos, pero no hubo poder humano para negarnos, cuando descubrieron que estaba clasificada para “todos”.

De premio por haber ganado el año, el primer día de vacaciones nos fuimos los cuatro al teatro platino de Viva Envigado. Primera vez en el centro comercial, primera vez juntos viendo a Queen y primera vez en un cine tan pinchado, con sillas reclinomáticas, conexiones para usb, lamparita de mesa al mejor estilo de la primera clase de avión y lo más descrestador, servicio de restaurante a la silla.

Después de haber viajado tanto, nunca me había sentado en un teatro tan cómodo. Apenas todavía en los cortos, los chiquis habían tirado la silla adelante y atrás unas 30 veces por lo que a mí me estaba dando algo. Solo los pudimos controlar con la promesa de que íbamos a pedir la carta para almorzar allí mismo. Desde chiquitos, este par de insaciables solo se quedan quietos comiendo, como su papá.

Pasados dos minutos de tocar un timbre, llegó hasta nuestras sillas una señorita amabilísima con la carta y gran sorpresa: sushi, pokes, niguiris, cebiches, perros calientes, nachos, papitas con queso, hamburguesas y helados entre un gran surtido de platos bien escogidos para comer en cine, además vino, cerveza y bebidas para todos los gustos.

La flaca y yo somos de los que no concebimos ver una película sin dos baldes inmensos de crispetas, mitad sal y mitad dulce, pero ese día terminaron siendo el postre de un almuerzo estupendo, que nos dejó tan emocionados como la rapsodia bohemia. Para arrancar entre los 4 escogimos un plato de rolls de sushi surtidos estupendos y un cebiche de camarones delicioso. De fuertes, 4 combos de hamburguesas doble carne, porque una vez al año no hace daño como le insisto a mi nutrióloga.

Y aunque la flaca y yo lloramos a moco tendido durante las dos horas que duró la historia de Fred Bulsara, mientras sonaban nuestras canciones favoritas y los enanos se burlaban de sus papás, el llanto de tantas emociones juntas fue mitigado por las hamburguesas, que por decisión unánime de los Azafrán clasificaron probablemente como las mejores que nos hemos comido en el año, grandes, jugosas, con ingredientes frescos y muy buen pan. No nos las esperábamos tan ricas. Volveré y volveremos a cine platino sin importar la película por esas hamburguesas. Y mi querida nutrióloga, hasta hace poco llamada dietista, Don´t stop me now, please.

Por Efraín Azafrán
efrainazafran@gente.com


Compartir