Pruebe la auténtica “cucina napoletana” sin salir de Medellín

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No creo que exista otro país que le haya aportado más a la cocina del mundo que Italia, así como no me cabe la menor duda de que la bota del mediterráneo se encuentra entre los primeros de la lista donde mejor se come, como tampoco de que Nápoles encabeza la de las ciudades italianas veneradas por su gastronomía, reconocida pos sus salsas, panes, ragús, antipastos, pastas y, por supuesto por las pizzas, un invento de allí que se encuentra en todos los rincones del universo.

Con la flaca he recorrido varias veces la región de Campania, célebre por su cocina campesina de ensueño, donde nos dimos gusto comiendo pasta fagioli, un plato del otro mundo de pasta con fríjoles, todas las formas posibles de pasta con la salsa clásica de tomates muy maduros con albahaca y las más ricas focaccias que uno se pueda imaginar horneadas en casa, bañadas con mucho aceite de oliva y queso desmenuzado a mano, acompañadas con vinos caseros inolvidables, servidos en vaso o en pocillo.

Algún día espero llevar a los enanos a descubrir la hospitalidad y los paisajes napolitanos, porque lo que sí pude hacer fue llevarlos a probar sus sabores auténticos a un sitio que descubrió mi amorcito navegando por wikimujeres, una página en la que se mueve como pez en el agua, en la que se ve con todas sus amiguitas de alto turmequé.

En fin, así terminamos los 4 Azafrán sentados en Crispino, un auténtico restaurante napolitano que merece todos los honores, en una terraza deliciosa frente a la UPB.

La experiencia no dejó de estar cargada de nostalgia, ya que me devolvió por completo a mis épocas de mochilero feliz. Tuvimos la inmensa fortuna de conocer a Salvatore Crispino, su dueño y creador, un personaje sensacional que representa con honores la cocina y la hospitalidad notables de su país, con el que la flaca chapuceó las tres palabras que sabe de italiano, que aprendió no quiero saber de quién.

Lo que iba a ser un almuerzo de sábado terminó siendo un programa formidable de toda la tarde, al son de la canzone napoletana que hace llorar de amor, un recorrido gastronómico exquisito y la atención cálida y alegre, propia de los tanos. La mozarela y la pasta son preparadas allí con la maestría de su equipo notable, no se diga más.

El viaje de sabores inolvidables empezó con antipastos, bruschettas, berenjenas y ensaladas de la casa, espaguetis al burro, mis favoritos, gnoccis y remate sublime con mixto fruto di mare. Los chicos, que, aunque comieron de todo, no se resistieron a la tentación de probar las pizzas y se fueron por una Margarita por recomendación de Crispino, que les encantó.

Sin dudarlo un instante, volveremos una y otra vez a este viaggio di piacere squisito. Circular 1 N.° 74-04, Laureles. Teléfono: 413 32 66, info@crispino.com.co.

Por Efraín Azafrán
efrainazafran@gente.com


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