Somos un poco de todo (somos amalgama)

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En la vida de cada uno de nosotros, en la tuya y en la mía, se debaten de manera constante la luz y la oscuridad. Lo bueno y lo adecuado entran en conflicto con lo malo y lo inadecuado y por más que peleemos y nos resistamos ante el embate de aquello que nos han dicho que no debe pensarse, no debe sentirse y no debe hacerse, siempre habrá alguna forma en la cual esto se expresa.

Uno de las grandes aprendizajes que tenemos que realizar en nuestra propia vida, tiene que ver con la integración de ambas facetas. Negar lo oscuro, lo inadecuado y lo alterado, solo hace que su fuerza de aparición sea mayor y que el conflicto que surja de allí, lo dote de energía. No se trata de abrir las compuertas para que se exprese sin control o para que no existan límites; se trata de reconocer que somos una amalgama de muchas cosas y que ello hace parte estructural de nuestra realidad.

Somos bondad pero también maldad; somos honestidad pero también somos trampa; somos claridad pero también somos oscuridad; somos afecto pero también somos agresión. En cada uno de nosotros se debaten distintas luchas y más que pelear para desvanecer lo inadecuado, se hace necesario comprender su presencia y aceptar su existencia. Hacer las paces con uno mismo tiene que ver con eso: reconocer que somos sujetos múltiples, que somos tanto como luz como oscuridad y que no por ser “buenos” somos exclusivamente buenos, ni por ser “malos” somos exclusivamente malos.

Somos un poco de todo y aunque eso a veces duele y angustia, pero es eso fundamentalmente lo que nos recuerda que somos humanos, que somos falibles y que somos perfectamente imperfectos


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