¿Para qué sirve la psicología?

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Créanme que es una pregunta que me he hecho en muchas ocasiones. Algunas veces antes de saber que a eso me dedicaría, muchas más cuando la estudié académicamente y aún más en estos casi veinte años de ejercicio profesional.

Tengo muchos compañeros colegas y egresados de psicología a quienes les di clase alguna vez, que dejaron de dedicarse a esta labor, que jamás la ejercieron o que la ponen en práctica «en sus tiempos libres». Algunos encontraron actividades más lucrativas, otros dieron un giro radical en su vida y otros más se desencantaron de la profesión.

Yo llevo 18 años ejerciendo como psicólogo y he tenido la fortuna de trabajar en múltiples escenarios y de poner en práctica este saber en un número importante de actividades. He sido profesor universitario, psicólogo y jefe de bienestar, psicólogo clínico, columnista de periódicos y conductor de programas de radio, así como tallerista, conferencista, decano, asesor de prácticas y de trabajos de investigación y hasta he hecho parte de consejos directivos. En cada uno de esos lugares he podido encontrar formas de poner en escena el saber psicológico y de encontrarle sentido a ese ser psicólogo que hace parte de mi vida cotidiana.

Pero aún no respondo la pregunta (nada fácil por cierto) de para qué sirve la psicología. Y aunque esa respuesta puede ser infinita y controversial, me atreveré a darla, incluso con una intención adicional a la de generar saber: para crear controversia.

La psicología puede servir para todo y para nada. Todo depende de quien la ponga en escena y de quien busque en este saber una respuesta. Aunque no me atrevo a decir cuáles son los buenos y los malos psicólogos, sí creo que existen formas de poner en práctica la psicología que son poco rigurosas, que atentan contra la ética y que se instalan en el negocio. Allí estoy seguro que aunque pueden generarse transformaciones y comprensiones frente a la realidad, las mismas dificilmente se mantendrán en el tiempo.

De otro lado, la utilidad de la puesta en escena de la psicología depende también de quien la busque. A veces me encuentro con personas en la clínica individual o con organizaciones que solicitan acompañamiento, enredados con lo que se encuentran una vez comienzan el proceso. A veces saber es más difícil que no saber, ya que una vez uno se da cuenta de algo que no sabía o que reprimía en su propia historia, ya no es posible ignorarlo (aunque sí es posible volverlo a silenciar).

Cuando la actividad del psicólogo es rigurosa (parte de un cuerpo teórico sólido, de una claridad sobre las técnicas y de un compromiso consigo mismo y con su propia historia) y cuando quien busca la psicología permite que algo comience a ocurrir, se dispone a escucharse a sí mismo y asume la responsabilidad de su cotidianidad, algo significativo comienza a ocurrir.

No creo que la psicología tenga que ver necesariamente con cambiar, con transformar o con resolver. En muchos casos tendrá que ver con permitir que el otro asuma y comprenda que no todo puede cambiar pero que es posible que eso que se mantiene duela menos y que pueda mantenerse en un lugar donde el sufrimiento innecesario pueda ser contenido.

La psicología sirve para comprender, para aprender, para emprender y para recorrer, fundamentalmente la propia historia, bien sea personal, familiar, social o empresarial.

Llevo 18 años ejerciendo la psicología y sigo convencido de su potencia, de su fuerza y de sus posibilidades. El día que deje de creer en ello tendré que dedicarme a otras cosas, pero por ahora es aquí en donde sigo encontrando sentido a mi quehacer y a mi ser profesional

 

JUAN DIEGO TOBÓN L.

psicologojuandiegotobon@gmail.com


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