La deliciosa ruta gastronómica de las ciclovías de Medellín

comidas-en-las-ciclovias-de-medellin

Dicen que el que peca y reza empata, que es lo que nos pasa a los comedores compulsivos como yo, cuando vamos a la ciclovía. Un programa estupendo que conocí hace muchos años en varias ciudades del mundo, cuando era un pelao con pelo y hacía bastante deporte, hoy a duras penas chateo y eso con un solo dedo. Me he vuelto perezoso, a pesar de que me gusta caminar en los centros comerciales comprando libros de cocina y helados. Tengo mi nutricionista de la U. de A. que parece sacada de una portada de fitness, con quien mantenemos varios acuerdos, para que me trate con cariño, ya que es muy consciente de mis líos con la comida poquita, que son más de sicólogo que de dieta.

La ciclovía es un programa para todos los gustos, que permite tener a su disposición grandes calles y avenidas, hermosamente arborizadas, por las que circula gente linda, relajada en plan de respirar, hacer deporte y socializar con otro montón en las mismas. Los Azafrán vamos de vez en cuando y cada uno tiene su versión del paseo, y aunque todos pasamos rico, el más feliz es Peluche, el pulgoso de los enanos. De nuestra vida en el exterior nos quedó la costumbre de aprovechar el espacio público, los parques y tantas cosas que tienen las ciudades para ofrecer que mucha gente ni siquiera conoce. Por eso para hacer esta nota me documenté bien, para invitarlos a salir en familia a descubrir tantas oportunidades formidables que nos regala la ciudad:

Ciclovía del Río: por la Regional, de Solla hasta la Aguacatala. Ciclovía del Estadio: alrededor del Atanasio entre la 70 y Colombia, la calles 74 y 48, se enlaza con la del río por la calle 48, Pichincha. La Ciclovía de la Oriental: empieza en San Juan y se une con la del río en el puente Horacio Toro. También en la Oriental con San Juan arranca la de El Poblado, que va hasta la frontera. La del Mamm, por su parte, se conecta con la de El Poblado a la altura de la calle 23, en el centro comercial Automotriz, y sigue hasta Ciudad del Río. Un gran circuito interconectado para gozárselo.

Un programa perfecto para deportistas que trotan, caminan, montan en bicicleta y patinan, pero no menos rico para familias como la nuestra, que la convierten en un paseo, en el que probamos toda clase de chucherías estupendas, y no nos perdemos ningún puesto de mangos verdes con sal y limón; los cholaos de San Diego, que se empezaron a poner de moda con nuestros copitos de nieve de todos colores coronados con cargas de lechera, tajadas de piña de Barbosa dulce a morir, gauchos, algodón de azúcar, salpicón, merengón, crispetas, pony, maduros con queso cerca del hueco, papas rellenas, amasijos, tortas de carne y de pescado, paletas, rollos, merengues y encarcelados.

En la Oriental, por el tranvía, no perdonamos los jugos de naranja con encima de huevo crudo y los polvos del tarrito rojo, aguapanela, guandolo, pony, jarras con jugo de borojó y el milo helado, todas las versiones de los energizantes paisas, lo mismo que las empanadas de pollo de La Gran Estación, frente al San Fernando Plaza.

Los enanos adoran los perros en la Regional, por la estación de Policía, y la flaca, las solteritas, las obleas y las gelatinas, por los lados del Mamm. Por mi parte, me encanta parar en las fruteras de la Oriental con La Playa a comer papaya y patilla, para darle gusto a la dietista.

Este domingo no lo dude y váyase con su familia a recorrer las ciclovías de la ciudad. Póngase antisolar, cachucha y venga con bastante hambre para que, como nosotros, se dedique a probar cuanta delicia encuentra en cada esquina, porque el que peca y reza, empata.

Por Efraín Azafrán
efrainazafran@gente.com


Compartir